Día 904, jueves
Esta mañana mi gata cazó un saltamontes enorme. Mi madre, horrorizada, le pidió que libere aquel pobre animal indefenso. Yo le dije que nuestra gata nos estaba protegiendo, que de haber visto esa cosa saltando por nuestro departamento habría terminado lanzándome por la ventana. Una vez que mi gata acabó de asesinar aquel horrible insecto, acudió a mi cuarto expedita para que le rindiera pleitesía, sentada en el estante más alto de mi biblioteca.
<< Home